La educación de los hijos

Los padres son los primeros educadores de sus hijos. Son precisamente quienes mejor deben conocerlos, quienes deben reflexionar más hondamente sobre este conocimiento, sin darlo por supuesto, confiados en una visión superficial y externa de su comportamiento. Desde el principio deben aceptar que se trata de una tarea árdua y que cuando crean conocerlos mejor, es quizá cuando menos saben de ellos, pues tal vez, se han dejado llevar de la impresión producida por una serie de rasgos externos que     acaso solo sirvan para clasificarlos como si se tratara de insectos o de plantas.

El hombre es un ser único e irrepetible. Cada alma ha sido creada por Dios en una acción individual y amorosa y Dios no repite ni usa moldes. A los padres desconcierta con frecuencia las reacciones de sus hijos y a veces se puede exclamar ¡A este muchacho no lo entiende nadie! O ¡Qué diferente eras antes! ¡Cuándo pequeño obedecías! No es inútil por tanto que los padres adquieran algunas nociones de psicología evolutiva, así no se sorprenderán al ver que su hijo de cinco años, antes tan expansivo, se ha vuelto reservado y más seguro de si. Ya no acepta las cosas tan fácilmente. ¿Qué le pasó? ¿se volvió raro? No, si no que ya tiene necesidades afectivas, su deseo de sentirse amado, de buscar la compañía de otros niños.

El gran arte de la educación consiste no solamente en pensar en el niño si no en pensar desde el niño, como él esforzándose por asimilar o conocer lo que pasa en su mente y en su corazón. Exige esto el olvido de sí, renunciamiento y mucho amor, este es el secreto del éxito. Un medio imposible de omitir es la observación, conviene observar al niño con todo detalle en los diversos momentos de su día y de sus actividades, especialmente cuando actúa con más espontaneidad como en el juego, el deporte o los ratos de esparcimiento con sus amigos. A través de esta observación podremos captar muchos detalles, unos positivos, otros no tanto que no habíamos advertido antes. Cuántas luces podrían obtener los padres para conocer mejor a sus hijos, si con mayor frecuencia hablaran de ellos con Dios. Podrían sacar muchas consecuencias prácticas para adoptar la actitud más adecuada y las medidas más oportunas. Nos es necesario advertir que ésta labor de observación se debe realizar con naturalidad sin forzar las cosas. Sin que el niño se de cuenta, pues perdería espontaneidad, se sentiría molesto y podría pensar que lo estamos tomando por un cobayo o por un insecto raro.

También hay que observar y conocer el pequeño mundo en que se desenvuelve, los juguetes predilectos, los libros, sus programas de televisión habituales, sus discos favoritos, sus deportes y juegos, sus equipos favoritos, el rincón de la casa en que más a gusto está, aquellos con quien “dime con quien andas y te diré quién eres” expresa la sabiduría popular. De una forma u otra, los padres deben esforzarse en conocer las personas con quienes se relacionan sus hijos.        

Algo muy importante es saber escuchar.  Hemos de escuchar con paciencia y con una sonrisa sus conversaciones, lo que nos quieren contar de sus actividades del colegio, en la clase, en el recreo, sus relaciones con sus compañeros, profesores, demostrando un
Gran interés,
Qué gran error se comete cuando al llegar a casa ávidos de ser escuchados y deseosos de contar algo que para ellos es importante los hijos encuentran a la madre tan atareada en las labores domésticas y el papá con el celular.  Muestren confianza.  Esa confianza hay que lograrla con esfuerzo e interés.  No es un camino adecuado la imposición autoritaria,  sean amigos de sus hijos, Los hijos tienen la imperiosa necesidad de confiar en sus padres. Es importante no engañar jamás a un hijo.  No hacer falsas promesas. Si tomas el medicamento, si estudias, si te acuestas temprano,……..acabará desconfiando siempre.  Si se le promete algo hay que cumplirlo.

También es muy importante que los padres descubran para qué son buenos sus hijos para pintar u otras actividades manuales, para el cálculo, le gusta leer , así se le ayudará a descubrir su vocación humana.



Para una visión completa también los padres pondrán empeño en conocer sus virtudes y defectos para lograr unos buenos hábitos. Es espíritu de trabajo, orden, sinceridad, amor a Dios. Pero esto no se logra sino se intenta vivir los padres y sobre todo la madre.
Conocer también sus sentimientos: la envidia, el miedo, la timidez,  la tristeza, la simpatía, el ser vengativo…..la curiosidad, la actividad, el aburrimiento.

Su instinto maternal, les dará la capacidad de conocer a sus hijos, pero eso requiere entrega, sacrificio,.  Y para esto hace falta un dirigirse siempre a Dios, un rezar a la virgen,
Un ofrecer a Dios cada día, y en la medida de lo posible la práctica de los sacramentos,

Siembren en sus hijos, viviendo ustedes primero y esa labor de madre tendrá un futuro positivo en esta vida y un futuro de eternidad.

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