Hijos de papá internet y de madre microondas

El transporte de un colegio se deslizaba por una avenida hasta conectar con la vía hacia uno de los valles de Quito. Un grupo de niños adormilados discutían sobre el conflicto en Venezuela. Unos a favor, otros en contra. Se preguntaban entre ellos en qué link consultaron el deber para el acto cívico del día lunes.

Lo habían hecho ellos solos, por eso había tanta diversidad de opiniones. Sin embargo estaban muy informados, con nombres y detalles de los organismos internacionales y de los personajes de mayor relevancia.

Mientras esto sucedía en un grupo, otros se dedicaban a molestar a un pequeño gordito, con un espejo que le afectaba la vista con la luz del sol. 



Se burlaban, le ponían sobrenombres y el pequeño reaccionaba con ira y llanto. Nadie le ayudaba.

Otros, llevaban un poco de café y un sandwich y comentaban haberlo calentado en el microondas porque su madre había ido a dormir en casa de su novio.

Los adormilados de la última fila conversaban de su adicción por los videojuegos hasta medianoche, y que no cumplieron con la tarea. Uno exclamaba ¡Odio el trabajo intelectual o la actividad física! ¡Odio la lectura, la escritura, las clases de arte y uff el deporte!



El conductor único adulto en el vehículo, pensaba que se han sustituido las actividades de diversión por las de responsabilidad. A uno de los alumnos su adicción a los videojuegos le ha servido para evadir el doloroso abandono en que vive y que siendo aún pequeño siente que no lo puede cambiar.

El chofer reflexionaba consigo mismo -En este transporte llevo a hijos de papá internet y de madre microondas-

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