Naturaleza humana y política

Comentario al libro IX de La República de Platón.




La vida política cuando se despiertan las pasiones, es decir esa parte del alma que es racional, pacífica y a propósito para mandar y que está como dormida y la parte animal y feroz ante el fracaso se revela, intenta escaparse y satisfacer sus apetitos.

En tales momentos, ésta parte del alma, a todo se atreve, como si se hubiera libertado violentamente de todas las leyes de la conveniencia y del pudor, no distingue nada ni a Dios ni al hombre y se vuelve una bestia. Ningún asesinato, ninguna cosa indigna le causa horror, en una palabra, no hay acción por extravagante y por infame que sea que no esté pronta a ejecutar. Esto ha vivido el Ecuador y América Latina en los últimos años.



¿Cuál es el ideal? El ideal es de un hombre de conducta sobria y arreglada, encendida la antorcha de su razón, alimentándola con reflexiones saludables, conversando consigo mismo, controlando su parte animal para que se tranquilice, para que no turbe la parte inteligente del alma, si no antes bien la deje sola, desprendida de los sentidos, para continuar en sus curiosas observaciones sobre lo que ignore de lo presente, de lo pasado y de lo venidero. Cuando este hombre apaciguada la parte en que reside a cólera, la frustración, permanece tranquilo y sin resentimiento contra nadie, su razón se mantiene despierta, entonces el espíritu ve más en claro la verdad, intima con ella y no se siente turbado por ambiciones ilegítimas y sueños criminales.

Deberíamos educar el autodominio de los niños y de los jóvenes latinoamericanos para elegir las mejores personas como gobernantes.

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