A principios y mediados del siglo pasado, en la Franciscana Ciudad de Quito, las familias católicas se reunían después de la cena alrededor de las ocho de la noche a rezar el Rosario.
Grandes y pequeños incluso las sirvientas rezaban de rodillas. En algunas casas, el rosario era un poco extenso por las oraciones adicionales, así eran las costumbres.
Las amenazas para los pequeños que no eran puntuales en asistir, eran también con referencia al Rosario. "Te daremos un correazo por cada misterio".
A fines de los años 50, llegaron al Ecuador los primeros televisores con unos pocos canales y se produjo la gran transformación. Las radionovelas fueron cambiadas por las telenovelas.
El impacto fue sorprendente. Los piadosos médicos, comerciantes y abogados, cerraban presurosos sus consultas, negocios y estudios. Atravesaban el centro histórico para llegar al norte o al sur de la ciudad.
Qué puntualidad!
En Quito, los católicos practicantes, es decir los que no se consideraban liberales radicales. Asistían con sus familias a la misa dominical.
Esta misma puntualidad se podía observar en las calles de la ciudad. A veces la premura permitía infringir las leyes de tránsito, lo que hacía que la policía impida seguir el trayecto. ¡Qué contrariedad!
Los profesionales, algo increíble, lamentaban no poder llegar para ver el capítulo del día de la telenovela "Renzo, el gitano".
Se cambió la imagen de la Anunciación por el de Rodolfo Farnezio, uno de los protagonistas de la novela en cuestión.
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